Las fumigaciones comprenden una serie de procesos realizados por entes de salubridad, higiene y saneamiento ambiental. Son políticas con las que se busca controlar y eliminar –al menos por un determinado tiempo– las plagas que azotan a la población, que con el tiempo consiguen escabullirse en los lugares más recónditos e inaccesibles. Esto supone el uso de sustancias determinadas para cada tipo de plaga, sabiendo que las pestes más extendidas son los mosquitos, zancudos, cucarachas, hormigas, roedores y moscas.
Es importante mencionar que las plagas son un mal común que azota diferentes espacios como residencias, plantaciones y negocios; dependen de factores ambientales como el clima, las condiciones del suelo, higiene, etcétera. La eliminación de estas plagas será más o menos efectiva según la atención que se le preste a estas, y si el control se realiza de forma periódica y oportuna. Si las acciones preventivas no se ejecutan a tiempo, las plagas pueden causar daños irreparables a las plantaciones; daños estructurales a las viviendas y espacios de trabajo; descomposición de materia prima en locales comerciales, entre otros.
Por ejemplo, las moscas proliferan en mayo. Esto se debe a su impresionante capacidad reproductiva. Las moscas que sobreviven el frío del invierno son suficientes para mantener viva la especie. Y así lo han hecho. Una pareja es capaz de poner la extraordinaria cantidad de 300.000.000.000 huevos de moscas por temporada. Además, su reproducción tiene lugar sobre materia vegetal en putrefacción. No hace falta imaginar este escenario, sería demasiado grotesco. Más de la mitad de estos huevos suelen ser hembras, así que no nos queda otro remedio que combatirlas cuando aparezcan, al menos una vez al año en muchas cantidades.
Lo expresado anteriormente es lo que le da sentido a los procesos de fumigaciones. Imaginen por un momento que no se hiciera nada por luchar en contra de estas plagas. Su numero es muy alto y por lo tanto, un riesgo de contaminación. La mosca común, que aparece a principios del verano es vector de enfermedades muy delicadas, como la salmonella, la disentería, tuberculosis, cólera y parásitos.
Procesos de fumigación que se pueden aplicar para combatir las plagas
Existen cuatro procesos de fumigación que resultan bastante efectivos contra el azote de diferentes plagas. Se utiliza un método específico para cada tipo de plaga. El primero es la Fumigación con polvos: esta se utiliza en puntos estratégicos, espacios normalmente no visibles en lugares como oficinas, comedores, cocina, depósitos, almacenes, etcétera. No hay necesidad de evacuar el recinto a fumigar ya que no se esparce a través del ambiente por su alta capacidad adherente. Sirve contra cucarachas, hormigas, y otros insectos.
Por su parte, la fumigación con líquido es el segundo proceso de fumigación utilizado por profesionales. Se aplica a nivel de rodapié, en las diferentes zonas diagnosticadas por los profesionales en materia de saneamiento e higiene. Son altamente efectivos contra insectos como cucarachas y hormigas, al mismo tiempo que no representan un riesgo de toxicidad significativo para los seres humanos y mascotas. Se rocía con asperjadoras para garantizar precisión.
Ahora bien, existe un tercer proceso de fumigación efectivo contra cucarachas y roedores; es la fumigación con gel. Puede ser aplicado, entre otros, en artefactos electrónicos como cuadros electicos, ordenadores, lavadoras, televisores, entre otros. Su acción es efectiva: atrae a los insectos mediante el uso de feromonas y una vez que entran en contacto con el gel, mueren a los dos minutos, aproximadamente.
Por último, pero no menos importante, nos topamos con el proceso más conocido y ampliamente efectivo: la fumigación con gas. Es eficaz contra los insectos voladores como moscas, mosquitos, zancudos; roedores y más. El proceso que se realiza se conoce como nebulización. El gas penetra por las rendijas y accede a las esquinas más remotas que otras sustancias no logran alcanzar. En este proceso sí es necesaria la evacuación del lugar o zona a fumigar. Deben transcurrir de una a cuatro horas para que el gas se disipe completamente y no haya riesgo de intoxicación en seres humanos y animales.